LUGARES ARQUEOLÓGICOS EN ESPAÑA

CASTRO CELTIBÉRICO CASTIL DE GRIEGOS

A 1,5 km. al Sur de Checa, se llega al cerro de Castil de Griegos, presidido por las ruinas de la muralla que protege el castro celtibérico. Se encuentra situado en una cima sobre el valle del arroyo de la Pedrera, entre la serranía de Cuenca y la sierra de Albarracín, en el parque natural del Alto Tajo. El emplazamiento se encuentra a 1474 m sobre el nivel del mar.

Uno de los aspectos más destacados de este poblado es su complejo sistema defensivo, el cual está formado por dos recintos de muralla, uno interior y otro exterior, así como un foso. Este sistema defensivo se fecha en el siglo II a.C., que es el momento final de la cultura celtibérica, ya que poco después llegará la conquista por Roma.

El primer recinto de muralla es el más importante. Está amurallado solo por tres lados, el cuarto está protegido por un cortado natural. Rodea de forma perimetral el interior del poblado, creando una forma elíptica de 82 m de perímetro y con un grosor medio de 2,5 m; esta imponente muralla está formada por bloques de piedra caliza de grandes dimensiones y de aspecto ciclópeo, trabadas en seco. Un segundo recinto defensivo rodea al anterior, construido con piedras calizas de gran tamaño. A su vez un foso excavado en la roca de 4,5 m de anchura y 4 m de profundidad, a una distancia de la muralla de entre 9 y 10 metros marca el anillo exterior de este sistema defensivo, al que habría que añadir un puesto de vigilancia en un lateral de la puerta que da acceso al castro.

El espacio interior del castro, aún sin excavar, tiene forma rectangular de reducidas dimensiones, 680 m², con 44 m de longitud y 13 m de ancho, y tendría un urbanismo de calle central, con doce casas, más o menos, de unos 40 m², la mitad a cada lado, adosadas entre sí y a la muralla, y un espacio central de unos 200 m².

En la parte Sur, separada por el foso del castro, se diferencia una estructura cuadrangular, de unos 90 metros cuadrados cuyas paredes exteriores conservan una altura de casi 4 metros, rodeada por una gran acumulación de derrumbe de piedras, que podría corresponder al fortín, pudiendo ser una fortaleza musulmana posterior.

Se ha constatado la existencia de diferentes fases constructivas en las murallas, que constituyen un auténtico repertorio de los distintos modelos defensivos conocidos entre los siglos VI-II a.C. En este sentido, hay que destacar la fase del siglo III a.C., momento en el que se incorporan elementos de influencia púnico-helenística. A esto hay que añadir la constatación de que estas murallas están defendiendo en su interior talleres dedicados a la orfebrería y a la metalurgia, entre otras actividades artesanales, confirmando que Castil de Griegos fue un gran centro productor hasta finales del siglo II a.C.

El lugar donde se enterraron estos celtíberos checanos fue en la necrópolis de Puente de la Sierra, situada en el fondo del valle, a 500 metros al Sur del poblado. Se trata de un cementerio de incineración, que estuvo en uso desde el siglo VI al II a.C. Esta necrópolis ha sido ya excavada en área, documentándose un total de 264 tumbas. Las tumbas formaban alineaciones, y se componían básicamente de una urna cineraria, dentro de la cual se encontraban las cenizas y los objetos personales del difunto. Este ajuar está formado principalmente por objetos de adorno personal, (como fíbulas, broches de cinturón, collares de bronce y vidrio, pulseras, colgantes), y objetos relacionados con la actividad textil (fusayolas, cardadores de lana).

Destacan los resultados obtenidos en una sepultura singular en la que descansaba la mujer que los investigadores han bautizado como La Gran Dama: una mujer de entre 40 y 50 años, bien alimentada y con un ajuar de gran riqueza constituido por numerosos objetos de adorno personal, desde tocados hasta pulseras, brazaletes, fíbulas, collares y placas pectorales, todos de bronce. La Gran Dama vivió en el siglo VIII a.C., justo en los primeros momentos de ocupación de Castil de Griegos. Sin embargo, las analíticas realizadas en las tumbas del siglo III o II a.C. nos dicen que los hombres están sistemáticamente mejor alimentados que las mujeres. Además, había más probabilidades de que las mujeres tuvieran tumbas sin ajuar.

Sin embargo, estas gentes parecen quedar olvidadas en el tiempo aproximadamente en algún momento a finales del siglo II a.C. El castro es seguramente destruido violentamente por un incendio, siendo más que probable la mano de Roma y sus legiones.