LUGARES ARQUEOLÓGICOS EN ESPAÑA

CÁMARA SEPULCAL ÍBERA DE TOYA

A los pies sierra de Cazorla, en el término municipal de Peal de Becerro se halla la cámara funeraria de La Toya, frente al oppidum íbérico de Tugia (Ciudad íbera situada a 7km de Peal, frente al Cerro de la Horca y la Cámara de Toya). La necrópolis es una de las construcciones más singulares de la cultura ibera en la Península Ibérica. Los elementos arquitectónicos la relacionan con Grecia, Asia Menor, Egipto y en especial con las culturas etrusca y fenicia.

Fue en 1.908 cuando un campesino estaba arando encontró la entrada la tumba enterrada en el montículo llamado cerro de la horca. Rápidamente él y su familia fueron sacando las vasijas, monedas y otros restos que vendieron a bajo precio en Peal de Becerro y Granada. De ahí la dispersión considerable que se produjo con el paso de los años, fundamentalmente por colecciones particulares de Granada y Madrid, parte de las cuales engrosan lo hoy expuesto en el Museo Arqueológico de Granada y sobre todo en el Museo Arqueológico Nacional.

A la necrópolis se accede por una rampa curva descendente. Se trata de un recinto de tres naves, las laterales a su vez divididas en dos, hecho de sillares labrados para que encajaran perfectamente unos sobre otros. El techo se cerró también con losas de piedra. Bancos corridos en los muros, hornacinas y una mesa, también corrida, dejan ver que la cámara fue levantada para guardar las cenizas de un personaje importante y de personas relacionadas con él, posiblemente un príncipe ibero, dado el costoso y alto nivel de ejecución. Las urnas y las ofrendas eran depositadas en los nichos y en las repisas de las diversas estancias, las laterales accesibles desde la central mediante un arco hecho con dos sillares superiores trabajados e curva. La planta de la edificación, que mide 4,5 por 4,60 metros, se fecha en el siglo IV a.C.

Son curiosas las puertas que forman un arco que arranca apuntado y se trunca en su vertiente por un dintel, adquiriendo por ello gran valor arquitectónico. Las grandes piedras calizas traídas de la cantera que hay detrás del cerro del Castillo de Toya se conservan bastante bien, colocadas una sobre otra sin ningún tipo de argamasa, es decir, montadas en seco. Carece de elementos decorativos, si bien, cabe destacar la moldura de la cornisa que corre por lo alto de algunas paredes, el perfil de las puertas que tienden a formar un arco apuntado y la talla de dos impostas labradas en el intradós de una de ellas.

El ajuar de La Toya estaba compuesto por una escultura de piedra caliza de un herbívoro echado, al que le falta la cabeza conocido como la «Bicha de Toya»; una crátera de campana de figuras rojas con una escena pintada que representa al dios del vino, Baco, desnudo, al que dos genios alados van a imponer un collar; las asas de un Kylix (copa grande); más de una docena de urnas; diversos vasos; platos, cuencos; varias cajas de piedra; restos de una sítula (especie de cubo) de bronce; un disco de bronce con cabeza de felino; restos de vasos de bronce; restos de la empuñadura y de la hoja de una falcata; restos de una espada y vainas de espada. Del nivel técnico de la cultura a que corresponde la necrópolis da idea los restos de un carro de hierro que han permitido reconstruir la rueda, además de un casco de bronce, diversas armas incompletas, alhajas, pendientes de oro, collares, colgantes de plata, un brazalete...