LUGARES ARQUEOLÓGICOS EN ESPAÑA

ALARCOS

Alarcos es actualmente un parque arqueológico muy importante de la historia de la Reconquista castellana y de una aldea próxima, llamada Pozo Seco de Don Gil, que se refundó como nueva capital por orden de Alfonso X el Sabio y la nombró Villa Real, más tarde se le otorgó el título de ciudad pasando a ser Ciudad Real.

Los hallazgos arqueológicos demuestran la ocupación humana del cerro desde la Edad del Bronce hasta la Plena Edad Media, con un largo periodo intermedio de despoblación en la época romana y visigoda. Los trabajos de excavación y restauración que se vienen realizando en el yacimiento desde 1984 han permitido recuperar un sector de la trama urbana de la ciudad íbera, así como buena parte de la muralla y del castillo medievales.

Las ruinas del antiguo oppidum íbero y de la ciudad medieval de Alarcos constituyen uno de los conjuntos arqueológicos más importantes y más extensos (33 Ha) de Castilla-La Mancha. Situado en un enclave estratégico, en un cerro elevado en la margen izquierda del río Guadiana, fue un lugar idóneo para el asentamiento de grupos humanos, que lo ocuparon desde la Edad del Bronce.

En esta amplia secuencia cultural destacan dos etapas:
✱ El desarrollo de la cultura íbera, que podemos fechar entre los s. VI-III a.C. que ha dejado valiosos vestigios de los que sobresalen los restos de un santuario, una necrópolis y un gran sistema viario.
✱ La existencia de un poblamiento medieval centrado principalmente en el siglo XII. Esta última etapa histórica es la más conocida en la actualidad por ser este el lugar donde se produjo la batalla de Alarcos. En el siglo XIII, tras la victoria cristiana de las Navas de Tolosa en 1212 y tras el traslado de su población a Villa Real, se edificó la ermita dedicada a la Virgen de Alarcos.

El poblamiento más antiguo se remonta a la Edad del Bronce Pleno, con la construcción de un poblado en altura en la parte occidental del cerro, controlando el vado del río Guadiana y los pasos hacía Andalucía y Levante.

Hacía el s. IX a.C., en la transición a la primera Edad de Hierro, se produce un desplazamiento de la población que se va asentando en el resto del Cerro, manteniendo contactos con otros lugares de la Península, especialmente con el suroeste y la Meseta Norte, contactos que se mantienen e incrementan en los siglos siguientes.

En el s. V a.C. la cultura ibérica oretana está plenamente formada y consolidada en Alarcos, alcanzando a lo largo de los s. IV-III a.C. un avanzado desarrollo. La población aumenta y espacios antes dedicados a necrópolis son ahora ocupados por viviendas. A través de todo este largo período se documentan al menos tres fases de ocupación, en la que se aprecian los cambios producidos en el poblado. Las casas, de forma rectangular, tienen una o dos habitaciones con zócalos de piedra, paredes de adobe y techo vegetal. Se organizan en torno a calles pavimentadas con lajas de cuarcita o caliza. En su interior se han encontrado los materiales utilizados por sus habitantes, como cerámicas, útiles de bronce y hierro, de hueso, etc.

Recientemente se han descubierto seis túmulos de una necrópolis con restos óseos humanos en un enterramiento completo con urna y una falcata como ajuar funerario.