Este abrigo se emplaza en un farallón rocoso que bordea la ladera suroeste del macizo de Montegordo a 685 m.s.n.m. El abrigo, de pequeñas dimensiones, se abre aprovechando una fisura del sustrato rocoso, en un gran estrato calcáreo de disposición horizontal. En su base hay una pequeña poceta natural en la que se acumula el agua de lluvia. Su boca está orientada al sur y tiene 3,5 m de longitud por 2,6 m de visera.
El único motivo pictórico queda localizado en la parte central del abrigo y se ha aprovechado para su ejecución una de las superficies más regulares de la roca. Se trata de una cierva orientada hacia la derecha a la que le faltan las patas traseras y parte de las delanteras, representada con la cabeza agachada en actitud de pastar o beber. La cierva se ha pintado con un trazo modelante con el que se han cuidado los detalles anatómicos: orejas, dibujo de la frente y morro, inflexión del cuello y pecho, línea dorsal y cola. La imagen nos remite a una instantánea de la vida del animal, tal y como pudo ser observada en la naturaleza. No abundan las representaciones animales en esta actitud, pastando o bebiendo. La representación del Abrigo IV de Montegordo resulta de un elevado realismo y su ejecución se puede calificar de muy lograda.
En general el estado de conservación del conjunto, tanto de las pinturas como del soporte es bastante deficiente. La roca se desprende con mucha facilidad y tiene mucho polvo acumulado. |