LUGARES ARQUEOLÓGICOS EN ESPAÑA

ABRIGO CINGLE DE PALANQUES

Las pinturas se encuentran situadas en dos de los abrigos rupestres cerca del casco urbano de Palanques, a unos 200 m., en el paraje natural conocido como el Cingle de Palanques, estribación rocosa que alberga dos abrigos, sobre el valle del río Bergantes. Se ubican en el período del Neolítico inciso, situado hacia el 4500 a.C.

∗ En el abrigo A, localizado en una zona más elevada de la montaña, aparecen dos escenas de caza pertenecientes a dos horizontes cronológicos diferentes con unas 30 figuras representadas entre cazadores y animales heridos. El primer periodo está formado por un grupo de tres jabalíes adultos, dos jabatos y un grupo de cazadores que los acechan. De entre todo el conjunto pictórico destacan varias figuras: el gran cazador, una mujer y un enorme jabalí. El cazador estático y jefe de la tribu sostiene con su mano derecha un arco sencillo, con emplomaduras de adorno, mientras con el dedo índice de su mano izquierda da una orden a un grupo de cazadores que tiene delante. A su lado se muestra, probablemente, la figura más importante del conjunto pictórico: una mujer pequeña, encogida y con los brazos acodados y manos cruzadas sobre su abdomen en una clara actitud de sumisión ante el gran jefe cazador. Lleva una larga falda ceñida hasta media pierna. Se trata de una de las poquísimas figuras femeninas que aparecen en todo el arte rupestre levantino, de ahí su enorme importancia. Finalmente la tercera pintura destacada de la cavidad es un enorme jabalí herido por múltiples flechas. Se trata de uno de los jabalíes más grandes que existen en el conjunto de pinturas rupestres levantinas. Está en actitud de embestida, herido por un mínimo de cuatro flechas. Lo más llamativo de esta figura es la pincelada que delimita su pescuezo. Todas estas pinturas fueron realizadas con pigmentos de color rojizo.

∗ En el abrigo B, ubicado a la izquierda del A y en un lugar más bajo de la montaña se encuentra una figura importantísima y única dentro del conjunto pictórico levantino. Se trata de la imagen de un cazador que sostiene un arco en posición de disparo y en el brazo lleva cogida una víbora hocicuda (Vipera latastei). La pintura tiene una importancia extraordinaria. Los cazadores del Neolítico emponzoñaban la punta de las flechas con el veneno de las víboras. De esta manera cuando conseguían clavar sus puntas envenenadas en el cuerpo de los animales, estos iban poco a poco durmiéndose por el efecto del veneno. Más tarde seguían su rastro y conseguían acabar con su vida de una manera más rápida y eficaz. Podría tratarse del cazador porteador del veneno. La figura presenta un tronco delgado, con ensanchamiento ventral, terminando con una zona coxal pequeña de la que nace un bien modelado pene en un enorme estuche fálico confeccionado con algún fruto seco semejante a una cuerna.